Este postre, vino sin duda de inspiración divina. La leyenda dice que Doña Josefa Marmanillo, una morena que vivió como esclava poco antes de 1800 le pidió a la Imagen del Señor Crucificado que ya se veneraba en Lima que la cure de una parálisis y su pedido fue escuchado. “Doña Pepa”, como conocían a Josefa se sanó y aunque se cree que soñó con la receta, lo cierto es que cuando tuvo listo el pastel lo brindó en ofrenda, como agradecimiento, lo repartió a los fieles en el mismo lugar donde ahora reposa la imagen, en la iglesia de las Nazarenas. De allí vino la tradición de comerlo en octubre, como el postre del Señor de los Milagros, de allí que sea infaltable de cada uno de nuestros octubres. Queda con usted la receta, de este postre sin igual. Prepárelo con paciencia, buen provecho.
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