Hay muchos guisos que por sus ingredientes tienden a tener un exceso de grasa, por lo que no son ideales para comer, sobre todo, por los más pequeños de la casa. Este problema tiene solución: si mientras se prepara un guiso se vierten varios cubitos de hielo, la grasa se pegará a ellos. Eso sí, hay que retirarlos rápidamente, una vez la grasa se pegue, para que no se deshagan.